La hidroterapia es un tratamiento que se basa en la utilización del agua en cualquier forma, estado o temperatura. Lo más habitual son los fangos y arcillas, aguas termales, aguas marinas, las algas y limos o aprovechar sus efectos físicos y mecánicos.
Se utiliza principalmente para mejorar los trastornos de la piel como la psoriasis, el acné o las dermatitis. También para rejuvenecer la piel y todo lo relacionado a su belleza y bienestar. Depende de la patología el tratamiento que se recomendará, ya sea una aplicación local o general, fría o caliente, en forma de baño, ducha, mascarilla, envoltura, frotaciones o cataplasmas.
Las aguas medicinales tienen distintos componentes lo que hace que tenga efectos beneficiosos para unas u otras afecciones. Los componentes más comunes son las aguas sulfuradas, silicatadas, oligominerales y radioactivas, cloruradas sódicas, sulfatadas cálcicas, bicarbonadas o sulfato-bicarbonatadas.
Otros tratamientos como la arcilla, barros naturales y fangos son recomendados para tratar rostro, cabello y cuerpo. Se indican en casos de flacidez, celulitis y también por sus propiedades exfoliantes de manera de eliminar las toxinas del cuerpo.
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