Con las radiaciones solares vienen los rayos ultravioletas que son los de mayor poder energético, y los infrarrojos que son más suaves y los que otorgan la sensación de calor en la piel.
Ambas radiaciones se usan en la fototerapia y los infrarrojos en la termoterapia, en tratamientos de medicina estética.
Para combatir problemas de la piel como el vitíligo y la psoriasis se realizan tratamientos con rayos ultravioletas. Se pueden combinar con medicinas fotosensibilizantes para obtener un mayor efecto.
Los rayos ultravioletas también se utilizan como sistema de bronceado y es importante estar informado de los riesgos y precauciones que se deben tener antes de utilizarlos.
Los rayos infrarrojos se usan como técnica independiente y complementaria de otros tratamientos. Al ser más suaves, la penetración en el cuerpo es superficial, producen aumento de la temperatura y una mayor circulación sanguínea en la zona a tratar.
Se usan para tratar la obesidad y la celulitis. Se aplican los rayos infrarrojos a través de bandas que rodean el área a tratar (abdomen, muslos, nalgas, brazos) brindando calor y aumentando la circulación y actividad metabólica. Así se absorbe el rayo por el tejido graso.
Este tratamiento no es recomendado para hipotensos, insuficiencias hepáticas y renales y durante la menstruación.
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